viernes, 18 de febrero de 2011

Escapando - París IV





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PRIMERA PARTE



SÉPTIMA PARTE








- Sí, parece que tienes razón. - Respondí, observando cómo caminaba unos pasos por delante de mí.
Su larga y espesa melena anaranjada, la curvatura de su cintura, sus generosas y perfectas caderas. En aquel momento en el que ni siquiera recordaba su nombre ya, ni la conocía, ni tenía obligación de seguir tras ella, me di cuenta de lo desesperada que me encontraba, de lo desesperada que estaba por quitarle la ropa de encima.
- ¡Venga! ¡Vamos a ver a tu Víctor Hugo! – Gritó ella de repente. - ¿Siempge tan ensimismada? ¿O es que quieges otgo…? ¿Cómo era? ¡A sí! ¿Otro moggeo?
La “Rue Sufflot” conecta directamente la entrada del jardín que acabamos de dejar atrás con la entrada del Panteón. Me fijé en el nombre de la calle porque me pareció un lugar pintoresco, las farolas negras, orgullosamente erguidas adornaban la calle, las cafeterías y sus toldos adornando la acera, los adoquines y el Panteón, erguido, orgulloso, al final de la calle. Tiró de mi muñeca durante todo el camino hasta llegar a los escalones. Me dejé caer los pies del Panteón, ella se sentó a mi lado.
- ¿No quieges entgag?
- No tengo nada para él ésta vez.
- Llevas ahí tu cámaga.
- No me refiero a eso, la última vez vine con Héctor, nos encontramos una floristería de camino y le compré una margarita.
Y encontré sus brazos rodeándome, su mejilla apoyada en mi hombro.
- ¿Llevaste floges a su tumba?
Yo la miro sorprendida, habitualmente me incomoda que alguien desconocido me toque, cuanto menos que me abrace de repente, sin embargo había tanta naturalidad en sus actos que no pude reprimir una sonrisa.
- ¡Pues claro! ¿Qué te crees? ¿Que iba a hacerle fotos como una idiota?
Ella me miró y besó mi mejilla, creo que por primera vez vi que sus mejillas se sonrojaban.
- Estoy de suegte hoy. – Musitó, feliz, levantándose de golpe y tirando de mi muñeca.
- Si me dices hasta dónde vas a arrastrarme a lo mejor puedo caminar yo sola, sé hacerlo muy bien desde hace algún tiempo.
Pero ella no me soltó, se limitó a retroceder hasta estar a mi altura y seguir andando, pensativa.
- Volvegemos mañana paga dejagle tus floges. Pego… No tenemos tgoyano hoy ¿O sí? – y en aquella última pregunta me miró de reojo.
- ¿Troyano?
- Héctog
Permanecí, con el ceño fruncido unos instantes “¿Héctor? ¿Troyano?”, y me eché a reír sin remedio.
- ¿Ya lo has entendido?
- Muy astuta, ¿quieres saber si he venido sola? ¿Si Héctor es mi novio?
Sus ojos negros, limpios, grandes, las motas rojas de su nariz, su piel lechosa.
- ¿Disfgutas con la intgiga? ¿Quieges que te suplique?
Notre-Dame, frente a mí; sin darme cuenta habíamos desandado el trayecto que horas antes había caminado yo sola. Viré hacia la escalera de piedra, que junto a Notre-Dame, habría paso hacia la orilla adoquinada del Sena.
- Eges muy mala… - Soltó mi muñeca y se cruzó de brazos, varada en mitad del paseo.
Yo imité su gesto situada justo frente a ella.
- ¿Y bien?
- ¿Y bien, qué? – respondí.
- ¡Dímelo! – Elevó el tono de voz por primera vez, invadiendo de nuevo mi espacio.
- ¿Decirte qué?
- Tu novio…
- ¿Mi novio?
Una carcajada descuidado salió de sus labios, suspiró y emprendió el paso refunfuñando.
- No es mi novio, es un amigo… un amigo con el que… bueno… ¿No has dicho que soy mala? Pues con él hago cosas malas.
Ella me examinó con el ceño frunció.
- Tengo… bueno, tenía; sí…. Tenía una novia. Yo, me refiero a que yo tenía novia.
Ella me abraza de golpe, su pelo rojo frente a mis ojos de nuevo.
- Pero qué suegte he tenido hoy. – Musita eufórica.
- ¿Se puede saber qué historias te traes con la suerte? – susurro.
Ella se separa de mí, se acerca de nuevo, apartándome los mechones de la cara y responde, tan cerca de mí que sus labios rozan los míos al hablar.
- Tenías…
- Tenía, sí.
- Pego ya no tienes, y además eges una chica muy mala.
- No, no tengo, se fue y ya no volverá. Ser mala, a veces, no es tan bueno.
- Yo lo adogo.
Retomo el paso de nuevo.
- No me adores, no soy adorable, - pienso en voz alta – soy una terrible bestia que logra destruirlo todo. – Oigo sus tacones detrás de mí, - tengo muy mal carácter, nadie me soporta, algunos años sí, pero en cuanto la bestia sale todos se van corriendo.
- Pues yo tengo novio. – Me responde con total naturalidad, una sonrisa cómplice entre sus labios, una mirada de reojo.
- ¿Y tu novio sabe que vas morreándote por ahí con chicas malas?
- Pues clago. Tengo hambge ¿Cenamos? Mi casa esta cegca de aquí… y a demás quiego comeg… te.
Y aquella última palabra, obscena, clara y directa, me detuvo en seco.
- ¿Qué quieres qué? – Pregunté inocentemente.
- Je vais te manger toute crue. [ *Trad: Te voy a comer enterita. (te voy a comer a bocados)]

3 gota(s) de lluvia ha(n) caido**:

Marcos Callau dijo...

Esta parte me ha encantado. Sobretodo el final, que es tan apetecible que entra hambre jejeje. Me encantan tus retratos de Paris. Besos lluviosos.

juanjomoga dijo...

Buenas, me he pasado por aquí y me ha gustado tu blog, sobretodo el sonido de la lluvia. De siempre me ha encantado la lluvia, mojarme cuando llueve, oirla, ... no se, como que calma y purifica...

Bueno intentare pasarme otro dia con mas detenimiento que ahora lo tengo mal últimamente.

Un saludo ;), Juanjo.

cronicasdediaslluviosos dijo...

Marcos, millones y millones de gracias por seguir aquí bajo la lluvia, la historia de Angés y París se ha vuelto algo más larga de lo habitual, gracias por acompañarlas en su paseo, estoy segura de que has revivido, en cierta forma, tu paso por París, seguro que viste al ángel de piedra al que se refiere la protagonista y ese maravilloso jardín =P
¡Un abrazote!


Juanjo, me alegra que te guste, el sonido de la lluvia no es mío, es de Rainy Mood, pero me vino perfecto para mi rinconcito. Yo también suelo salir a pasear cuando llueve, sin paraguas claro, me siento muy identificada con ella.
Y bueno, tranquilo, no hay prisa, si vuelves será casi un milagro, jajajaja, pero bueno, será un placer volver a tenerte bajo la lluvia.
Un saludo.

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- Muñeca, nadie que escriba algo que merezca la pena puede escribir en paz.
(Charles Bukowski, Barfly )

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París, ella, y un par de días es todo lo que necesito. Nunca entenderé cómo, ni por qué pero ella lo consigue, consigue pegar los pedazos, sin preguntas, sin quejas, sin compasión; su risa siempre dispuesta a contagiarme; sus ojos atentos, negros, expectante, observándome, como si nada más existiera; sus labios, susurrantes, carnosos, rosados, me muerden, me besan, me arrastran; su cuerpo tibio, acompañándome, sobre mí, a mi lado, a unos pasos, nunca demasiado lejos; su viola, gritando a altas horas de la madrugada; su piso, situado en La Rue de la Harpe, pequeño, tan pequeño que no tiene puertas, nada más entrar, la cocina a la izquierda y el salón también, el ventanal, la pared, una cornisa a la izquierda y la habitación, el cuarto de baño y la ducha parecen un armario empotrado más… era minúsculo la primera vez que entré, con ella tomada de la mano; pero ahora, ahora es inmenso, o al menos así me lo parece. ~~~~PARA LEER EL EL RESTO DE LA HISTORIA click EN LA FOTOGRAFÍA
"En su texto, el escritor levanta su hogar. Así como acarrea papeles, libros, lápices y documentos de cuarto en cuarto, así crea el mismo desorden en sus pensamientos. Éstos se vuelven muebles en los que se sumerge, contento o irritable. Los golpea con afecto, los gasta, los mezcla, reacomoda, arruina. Para quien ya no tiene patria, el escribir se transforma en un lugar donde vivir."
(Th. W. Adorno, Minima Moralia. Reflexiones desde la vida dañada)
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"De repente me he vuelto pequeñita, tanto que un soplido podría romperme; pero ese soplo nunca llega porque él nunca respira, nunca duerme, nunca escucha; es como un centinela, sabe que sus cosas – las “cosas” de su propiedad - no se moverán. Yo… tampoco me moveré, permaneceré aquí callada, encerrada, con las ventanas y las puertas abiertas."

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